Dice el refrán que “año de nieves, año de bienes”, aunque con este tiempo tan alocado cualquiera sabe. El día de Reyes, el pasado 6 de enero, amanecimos con nieve en el viñedo, dejando una bonita estampa en la Ribera del Duero Burgalesa. El año anterior la nieve se dejó ver unos días después (el 9 de enero con la ya famosa Filomena), aunque las temperaturas a principios de año fueron más regulares que las de este 2022.
Los beneficios de la nevada caída hace unos días van más allá que las preciosas estampas que nos encontramos en nuestra comarca. Uno de los principales aportes de la nieve, al caer sobre la viña en su justa medida, es la hidratación, ya que el agua congelada es absorbida lentamente por la tierra, filtrándose poco a poco. Además de hidratar supone una reserva de agua para los meses más secos.
Actualmente, como la planta está en este momento en parada vegetativa (concentrando toda la savia en sus raíces) la nieve no daña a la viña y además actúa como insecticida natural eliminando insectos, hongos y posibles plagas que no son capaces de soportar las temperaturas extremas. Contamos así con una manera natural de sanear y limpiar el viñedo.
Otro importante beneficio que la nieve aporta es el efecto cicatrizante sobre la viña, siendo capaz de curar posibles heridas que hayan surgido en la poda en seco.
Igualmente este 2022 nos encontramos con un inicio de año diferente al que nos precede. En enero del 2021 se registraron 13 días de precipitaciones en forma de lluvia y 3 de nieve, con 15 jornadas en las que se llegó a cubrir el suelo con un manto blanco, concentradas éstas entre el 9 y el 20 de enero. Mientras, los pasados 1, 2 y 3 de enero nos encontrábamos en Fuentecén con máximas cercanas a los 20 grados. Estas altas temperaturas para la época en la que nos encontramos han hecho que ya veamos algunos almendros a punto de brotar. De seguir con estos ritmos tan alterados este año seguramente se volverá a adelantar la vendimia en muchos puntos de la Ribera del Duero.